sexta-feira, 15 de junho de 2007

Mágico Animal

En el hall de la estación advirtió que faltaban treinta minutos.
Recordó
bruscamente que en un café de la calle Brasil
(a pocos metros de la casa de
Yrigoyen) había un enorme gato que
se dejaba acariciar por la gente, como
una divinidad desdeñosa.
Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza
de café, la endulzó
lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en
la clínica)
y pensó,
mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era
ilusorio y que
estaban como separados por un cristal, porque el
hombre vive en el tiempo,
en la sucesión, y el mágico animal,
en la actualidad, en la eternidad del
instante.
Jorge Luiz Borges, conto "O sul"